En la mente de un demente

Divagaciones en la soledad

Aquí, delante del papel, solo. Otra vez solo. Es mi sino. La soledad. ¿Es mala la soledad? ¿En qué te puedes basar para decir esto es bueno o es malo? Al fin y al cabo, sólo somos un capricho del universo, un suspiro. Un suspiro, puede ser de tristeza, de esfuerzo, de dolor, de placer... Eso somos, y eso soy. Sólo soy uno más, una diminuta parte de ese suspiro, y contribuyo a su eterna tragedia. Ya lo dice el refrán castellano, un grano no hace granero pero ayuda a su compañero. Ese refranero de ese pueblo, tan rico y tan mísero, tan sabio y tan estúpido. Poco podemos hacer, por eso, hagamos lo que hagamos, hagámoslo bien al menos. Este ser, esta mezcla, este dolor y este placer, todo es posible, todo me es posible, puedo hacer lo que desee, el poder está en mi. Somos todos iguales. Tú no tienes poder. ¿Por qué? ¿Acaso eres débil? ¿Cobarde? Estamos hechos de la misma masa, somos iguales. De ti depende. No somos nada, pero lo somos todo. Puedo verlo, la nada viene, viene a por mi, a por ti, a por todos nosotros. Venceremos, tenemos el poder, teniendo voluntad todo lo podemos, dejemos de luchar inútilmente entre nosotros, no más homo lupus hominis. Unidos, hagamos de ese suspiro una eternidad. Observa mi poder. Unidos todo lo podemos. Utiliza tu poder. Despierta, sufre para despertar, suspira, suspira de dolor, sé poderoso, sobrevive, suspira de placer. Nada puede pararme. Nada puede pararte. Olvida todo lo que has aprendido, actua poderosamente, únete a mi. Somos un ejército de hombres solos. El ejército más temible del momento, de la historia, del futuro. Yo. Tú. Nosotros.