Un niño camina hacia un árbol y cuando está al pie del mismo rompe a llorar y le dice:
- Dame una razón para vivir, o una razón para morir, dame una razón por la que seguir aquí y no caer y simplemente dejarme morir.
- Lo siento pero ya no me quedan respuestas para tus preguntas.
- ¿Y qué hago yo? Tú siempre me lo solucionabas todo, ahora la vida no tiene sentido...
- Tranquilo, ¿qué es eso tan grave que te acongoja?
- Ya no existe nada en lo que creía, todo era mentira, mis peores temores se han confirmado y estoy sólo, más sólo que nunca en este nuevo mundo lleno de depredadores salvajes y sin un sitio donde refugiarme. Los niños con los que vivía también han caído en las garras del Caos.
- ¡No! ¿Han caído ellos?... -dijo pensativo el anciano árbol- Si lo que me dices es verdad la situación es más grave que lo que creía...
- ¡Ayúdame!
El árbol se paró a pensar durante un rato mientras las lágrimas desconsoladas del inocente niño seguían regando sus raices.
- Ya tengo la solución.
En la cara del niño se dibujó fulgurante una sonrisa de esperanza y en sus ojos brilló una pequeña estrella que iluminó la cara del árbol, que a su vez le devolvió una sonrisa, pero la suya era una sonrisa llena de sabiduría, de melancolía y de tristeza.
- Sólo tienes que dejarte caer en mi regazo y sumirte en un profundo sueño y cuando despiertes todo se habrá arreglado.
- ¿Sí? ¿De verdad? ¡Qué feliz me hace oirte decir eso! Sabía que no me ibas a fallar precisamente ahora cuando más te necesito.
- Venga, acércate y relájate, todo se va a arreglar.
Y el niño se sentó alegre en el regazo de su amigo, alzó la mirada para dedicarle una sonrisa y se abrazó a su tronco para sumirse en un plácido sueño poco después.
Cuando el niño se hubo dormido, el árbol empezó a llorar en silencio mientras se doblaba sobre sí mismo, sus ramas bajaban hacia el niño, despacio, hasta cubrirlo por completo con sus ramas. Cuando los dos amigos ya sólo eran una gran bola de madera y hojas hubo un instante de silencio y de repente un tenue halo de luz comenzó a brillar rodeando la silueta. La luz se hizo más y más fuerte, tan fuerte se hizo la luz que el árbol comenzó a arder mientras todo se derrumbaba a su alrededor y se sumía en un caos eterno. Árbol se quedó sólo brillando con su fuego enmedio de la más absoluta nada, en la oscuridad, protegiendo en su interior al inocente niño en su inocente sueño.
Y el séptimo día descansó...
Quisiera ser el hombre más pequeño del mundo,
Volar con la brisa entre las hojas de los árboles,
Perderme entre los granos de arena del desierto
Y pasar desapercibido entre las bulliciosas gentes.
Quisiera ser el hombre más pequeño del mundo,
Vivir sólo en el bosque del césped de mi jardín,
Que no me vean los grandes que gritan, cegados,
Por su ignorancia que disimulan con tanto trajín.
Quisiera ser el hombre más pequeño del mundo
Soñar en mi pequeñez que vivo sólo en la luna
Desde donde os veo mataros, torturaros y mentiros,
mientras lloro con Selene por la necedad humana.
Siento haber estado tanto tiempo sin poner nada en la página pero es que el verano es una época un poco atípica y como yo soy muy raro ambas cosas juntas hacen que sea un puro caos... En este tiempo he escrito un par de cosas más pero no las he podido encontrar, ya os he dicho que es un caos. En cuanto los encuentre y pueda me acercaré a colgarlos.
Saludos a todos y feliz verano.